Semblanza
María Rosa Astorga
Rasgos distintivos de sus obras son el empleo de materiales naturales y técnicas mixtas; la dominación del óleo y el encausto para recrear, sobre lienzo y madera, la serenidad y la viveza del paisaje natural. Desde el desfile de palmeras propias de la costa de Oaxaca hasta las montañas azules de los valles aparecen los lienzos de María Rosa Astorga sin la urgencia de un trazo perfecto. La atención de la artista se ubica en la fuerza natural del paisaje, se representación no siempre necesita de la paleta del verde, color simbólico de la vida, puesto que sus paisajes admiten variaciones de tonales cálidas, para expresar lo que de rojo tiene la vida misma. La luminosidad en la pintura de Astorga destaca y se contrapone con la opacidad del horizonte y de los árboles por ella dibujados. Los planos secundarios enmudecen para dejar el protagonismo a la luz.
Diversos humores confluyen en la obra de María Rosa Astorga, como la melancolía por los crepúsculos y los escenarios deshabitados, en donde la mirada del hombre, la mirada de la artista habrá de develar una parte de esa naturaleza. A la observación se suma la reflexión: en el caso de Astorga ésta aparece a veces textualmente. La pintora (que también escribe poesía) suele incluir pequeños textos en sus pinturas; palabras trazadas con pincel casi ilegibles que se inscriben al pie de la imagen como otra voz de la artista que conversa con el espectador.
De sus trabajos recientes forman parte obras de pequeño formato, elaboradas con óleo y tinta china sobre papel montado en tela, sin romper con su trazo particularmente espontáneo. La artista pone la mirada en la naturaleza muerta. Las hojas deshidratadas parecen estar pintadas con el propio extracto de la planta, los reflejos de mares negros dibujan realidades casi desvanecidas. El paisaje, en su más clara y en su más oscura manifestación, necesita ser pintado. En los cuadros de María Rosa Astorga se fusionan los rasgos de dos regiones distintas; conviven, como en la naturaleza, la estimulante experiencia del color, la vida, y al mismo tiempo la imagen persistente de la serenidad eterna, la muerte.
Andrea Vásquez Carrasco